Frases

"Al final de su vida, acercándose la hora de la muerte, (Jesús) no quería dejarnos, y encontró un invento amoroso para poder quedarse siempre con nosotros, dejándonos a sí mismo como alimento de nuestras almas".Santa Verónica Guliani.

Jufra San Pío de Pietrelcina

martes, 6 de julio de 2010

Ordenes Franciscanas 3era Parte

Continuamos con la ultima orden fundada por nuestro padre seráfico San Francisco a la cual pertenecen todas aquellas personas que quieren seguir a cristo pero no como frailes menores ni como religiosas sino como laicos comunes que estan comprometidos con la iglesia y que llevan al igual que las otras dos ordenes las promesas de pobreza, obediencia y castidad.
La idea de fundar la Orden franciscana seglar parece que le vino a Francisco a raíz de una predicación en Cannara (1212), cuando muchos de sus habitantes, hombres y mujeres, querían marcharse con él. Según el autor del Anónimo de Perusa, muchos casados decían a los hermanos: "Tenemos esposas y no nos permiten abandonarlas, Enseñadnos, pues, un camino para poder salvarnos". Y fue entonces cuando "fundaron una Orden que se llama de Penitentes, y la hicieron confirmar por el sumo Pontífice".
Lo más probable es que la decisión de fundar una orden para seglares la tomara Francisco en 1221, durante la celebración del capítulo general o de las esteras, de acuerdo con los ministros y demás religiosos. Probablemente fue entonces cuando se dio el visto bueno al proyecto, dejando para más adelante la redacción de un memorial o regla, en espera de que el santo y el cardenal Hugolino pudiesen elaborarlo juntos, cosa que se hizo, según parece, el verano siguiente, en Florencia.

La intervención del cardenal protector de la Orden, futuro papa Gregorio IX, en la redacción de la regla para los Penitentes está confirmada por algunos testimonios. Fue el mismo Hugolino, según la Chronica Minor” de un fraile de Erfurt, quien “dió confirmación pontificia a las dos órdenes que Francisco había fundado, la de las Pobres Damas consagradas y la de los Penitentes, una orden esta que abraza a ambos sexos y a clérigos, casados, vírgenes y continentes”. Y el bien informado biógrafo de Gregorio IX decía que "en el periodo en que fue obispo de Ostia, Hugolino instituyó y llevó a término las nuevas Órdenes de los Hermanos de la Penitencia y de las Hermanas Reclusas". Y añade: “Y también guió a la Orden de los Menores, cuando esta se movía con paso vacilante, elaborando para ellos una nueva Regla y dando forma, de ese modo, a aquel movimiento aún informe, designando a San Francisco como ministro y jefe”.
Los primeros terciarios fueron el matrimonio de Luquesio y Bonadona quienes desde su casa, se comprometieron a seguir a Francisco en su vida evangélica.


Regla de la Orden Franciscana Seglar "Seraphicus Patriarcha", Pablo VI, 24-6-1978
Fue creada por sanfrancisco de asis para los hermanos y hermanas de penitencia siendo este el primer nombre que le daba el santo a los laicos que querian seguirle. Algunos investigadores piensan que la comúnmente conocida como Carta a los fieles constituye la forma de vida dada por Francisco a sus penitentes. Esta forma de vida se completaría, en el año 1221, con el Memoriale propositi, un documento de carácter más jurídico, elaborado por un canonista tal vez próximo a la Curia Romana con el fin de regular y dar soporte legal a los penitentes y a sus fraternidades, que se presentaban formando parte de una orden específica.
Con la profesión de esta regla o “forma de vida” los penitentes se comprometían a seguir a Cristo en el mundo, pero profesando los valores evangélicos y llevando una vida cristiana de renuncias, ayunos y oraciones. Pasaban por ello a pertenecer a una orden específica, con su propio hábito, y a ser jurídicamente considerados como auténticas personas consagradas, que como tales gozaban de privilegios, exenciones y obligaciones.
El proceso de institucionalización de la Orden de Penitencia / Tercera Orden no se completó hasta el año 1289, cuando el papa Nicolás IV, antiguo fraile menor, estableció, por medio de la bula Supra montem, una regla definitiva para “todos los hermanos y hermanas de la Tercera Orden de la penitencia” de San Francisco. La Regla de 1289, bajo la que se rigieron los terciarios franciscanos hasta finales del siglo XIX, dejaba casi intactos los contenidos del Memoriale Propositi de 1228, aunque disponiéndolos en una forma más ordenada y estableciendo que los penitentes franciscanos quedasen preferentemente bajo el cuidado espiritual de los frailes menores.
La regla de Nicolás IV, debido quizás a su notable elasticidad, llegó a constituir un amplio espacio válido para acoger posibilidades varias de vida y orientaciones religiosas de muy diversa índole, garantizándoles legitimidad y autonomía a un tiempo. Los laicos encontraron en ella la posibilidad de asumir un tipo de vida religiosa, reconocida y aprobada, que se podía poner en práctica en la propia casa, en la familia, realizando las propias labores de trabajo y disponiendo de los bienes propios. Pero al mismo tiempo proporcionó un marco de vida para aquellos proyectos de perfección evangélica, personales o comunitarios, que no querían o no podían integrarse en las estructuras ya consolidadas de los Frailes Menores y de las Hermanas Clarisas. De esta manera la Orden de la Penitencia franciscana, y luego la Tercera Orden supuso una consagración de la secularidad. Sus miembros eran personas consagradas que vivían tanto en el mundo, para santificar sus estructuras, como apartados de él para buscar a Dios en el retiro o en la soledad.
León XIII impulsó que los franciscanos seglares se adaptasen a los nuevos tiempos aprobando en 1884 una nueva versión de la Regla de la Orden Tercera más simple y modernizada y además animó su propagación por todo el mundo.
Gracias a esto, en la década de 1930 se llegaron a alcanzar casi cuatro millones de terciarios franciscanos, miembros no sólo de la Iglesia Católica, sino también de otras confesiones cristianas, como la Iglesia Anglicana o el calvinismo.
Bajo el nuevo espíritu del Vaticano II se profundizó en la vida de los laicos en la Familia Franciscana, planteando la necesidad de volver a los auténticos orígenes de la forma de vida franciscana seglar, pero sin descuidar “la atención al Espíritu en la lectura e interpretación de los signos de los tiempos.” De este nació una nueva para los franciscanos seglares, para adaptar la espiritualidad franciscana al mundo actual, que son las que regulan la vida de las fraternidades franciscanas seglares en la actualidad.
Regla aprobada en 1978 por Pablo VI, Junto a la Regla, la Santa Sede promulgó unas nuevas Constituciones Generales en el año 2000 que son las que regulan la vida de las fraternidades franciscanas seglares en la actualidad.

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